Oración a Ti, Celestial Princesa» es un poema lleno de devoción y admiración hacia la Virgen María, considerada la madre de Jesús en la tradición cristiana. Esta oración busca expresar la entrega y la fe profunda hacia la virgen, reconociendo su papel como intercesora y protectora de todos aquellos que acuden a ella en busca de ayuda y consuelo. Enmarcada en una atmósfera de reverencia y humildad, esta oración invoca a la Virgen María como guía y mediadora celestial, siempre dispuesta a escuchar y velar por sus devotos.
Oración a Ti, Celestial Princesa
Oh gloriosa e inmaculada Virgen María, Celestial Princesa y Madre de nuestro amado Jesús, acudo humildemente ante Ti para elevar mi plegaria y suplicar por tu intercesión ante Nuestro Señor. Eres la Reina de los Cielos y la Tierra, la Madre amantísima que nos guía y protege con tu amor maternal.
En este momento de oración, te entrego mi corazón y mi alma, para que las transformes en un acto de amor hacia nuestro Creador. Tú, que desde el momento de la Anunciación aceptaste ser la Madre del Verbo Encarnado, nos enseñas el camino hacia la reconciliación y la salvación. Eres el modelo de fe y obediencia que todos los hijos de Dios debemos seguir.
Confiada en tu poderosa intercesión, recurro a ti con una necesidad especial: (aquí mencionar la petición personal). Ven, oh Madre celestial, en auxilio de mis súplicas y haz llegar mi clamor a los oídos misericordiosos de Nuestro Señor Jesucristo. Concédele a mi alma el consuelo y la paz que tanto anhelo, y fortaléceme en mi fe y esperanza.
María Santísima, en tus manos encomiendo mi vida y todo lo que me preocupa. Tú, que has experimentado el dolor y el sufrimiento en tu corazón inmaculado, comprendes nuestras angustias y tribulaciones. Ayúdame a llevar mi cruz con valentía y a confiar siempre en la misericordia divina.
Escucha, oh Madre piadosa, las oraciones que te dirijo en este momento de recogimiento y concédeme la gracia de perseverar en la fe, viviendo cada día en íntima unión con Dios y en servicio a los demás. Que tu ejemplo de humildad y entrega sea mi guía en el camino hacia la santidad.
Virgen María, tú que eres el refugio seguro de los pecadores y la dulce esperanza de los afligidos, extiende tu manto protector sobre todos tus hijos. Intercede por aquellos que no conocen el amor de Dios y guíalos hacia la Verdad. Reza por los enfermos, los desamparados y los que sufren injusticias, para que encuentren consuelo y redención en el amor de Nuestro Señor.
Como hijos de tu divino Hijo, reconozcamos tu poder y tu bondad, y confiemos en que por tu intercesión seremos escuchados y amparados. Permítenos experimentar tu amor materno en medio de nuestras alegrías y tristezas, y que podamos imitar tus virtudes para que, a través de nosotros, el mundo pueda conocer y amar a Jesús.
Oh María, Celestial Princesa, bendícenos y protégenos. Ampáranos en cada paso de nuestro camino y ayúdanos a vivir de acuerdo a la voluntad de Dios. Que siempre podamos encontrar en ti consuelo y esperanza, y que, al final de nuestros días, podamos ser recibidos en el abrazo amoroso de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.