3 Poderosas Oraciones de Santa Brigida

¡Oh bendito Jesús! ¡Oh dulzura eterna para los que te aman! ¡Tu gozo supremo supera todo gozo y deseo de está tierra! ¡Eres nuestra salvación y esperanza! A pesar de las pruebas que se han presentado en mi vida, has estado siempre con nosotros. ¡Oh bendito amor! Por amor asumiste la naturaleza humana.

Trae a memoria aquella Santa Pasión que abrazaste por nosotros, con el objetivo de cumplir el plan divino de la reconciliación del Padre con el Hijo. Gracias por ese amor. Gracias por tu última cena con tus discípulos, porque nos enseñaste la humildad. Les lavaste los pies y luego le diste tu santo cuerpo para comer y beber. También recuerda cuando tuviste que consolarlos al anunciarles tú ya próxima Pasión.

Señor no nos hagas olvidar todo lo que pasaste en el huerto de los Olivos, lugar donde se escenificaron los peores momentos de tu vida en la Tierra. Las tristezas y la más dolorosa de las amarguras invadieron tu cuerpo. Te llevaron a exclamar todo lleno de horror y de angustia: «¡Mi alma está triste hasta la muerte!» Gracias por sufrir por mí, aun sin merecerlo, amén.

¡Oh Señor, eres salud y alimento para mi alma, solo tú eres libertad verdadera de ángeles y santos! Tu Espíritu alimenta mi alma de delicias espirituales. Recuerda el horror y la tristeza que sufriste camino al lugar donde te aguardaba una cruz. Soportaste cuatro clavos, una lanza en tu costado, a los verdugos golpeándome y humillandote.

Pero más te dolía la ingratitud de ellos, que los golpes que te infligen, todo lo que pasaste fueron por ello y por mí. Tu amor me da vida, mi alma se alegra al conocer cuánto me amas, en el camino al calvario no solo llevaste la cruz. También llevaste mis enfermedades y pecados, tu sufrimiento me da salud cada día.

Hoy estoy vivo por todos aquellos tormentos y ultrajes, y por las blasfemias proferidas en contra de Ti. Por eso soy bendecido, por eso te ruego, ¡Oh dueño de nuestra alma! Para que nos libres de nuestros enemigos. De los engaños de satanás, de aquello que vemos y de lo que no vemos, cúbrenos con tu sangre preciosa, envía ángeles alrededor de mi hogar. Cuidanos y no nos dejes caer en tentación. Así sea.

¡Oh Padre amado, Señor de nuestra existencia! Tú que, siendo el Creador del Universo, del Cielo y de la Tierra, de ángeles y hombres. Siendo el Rey de Reyes, Señor de Señores, te entregaste a la cruz por tu creación, el hombre, para justificarlo ante Ti mismo. Gracias Señor por ese amor inigualable.

Recuerda el dolor que sufriste, todo el tormento que soportaste durante tu vida en la Tierra, solo por amor a mí. ¡Que horrible momento pasaste Señor Jesús!, cuando con indescriptible crueldad, tu cuerpo fue estirado sobre la Cruz. Cuando tus manos y pies llegaron hasta los agujeros abiertos en el madero. Con cuánta furia agrandaron aquellas heridas. Perdónalos Señor porque no sabían lo que hacían, perdóname Señor, porque a veces hago lo que no debo y olvido hacer el bien. Enséñame a ser más como tú.