El cuarto domingo de Adviento es un momento especial en el calendario litúrgico cristiano, ya que marca la última etapa antes de la celebración del nacimiento de Jesús. Durante este día, se nos invita a meditar sobre el cuarto aspecto de la Navidad: la esperanza. A través de la Oración del Cuarto Domingo de Adviento, nos sumergimos en la espera alegre y expectante del cumplimiento de las promesas divinas. En este momento de reflexión, nos preparamos para recibir con alegría al Salvador que viene a traer esperanza y luz a nuestras vidas.
Señor Dios, en este cuarto domingo de Adviento, te presentamos nuestra oración como una muestra de amor y agradecimiento por permitirnos vivir la espera y preparación para la celebración del nacimiento de tu Hijo Jesús.
En este tiempo de Adviento, hemos reflexionado sobre la importancia de preparar nuestros corazones y nuestras vidas para la llegada del Salvador. Nos hemos detenido a meditar en la figura de la Virgen María, modelo de fe y humildad, la mujer elegida por ti para ser la Madre de tu Hijo.
María, Virgen y Madre, nos enseña a ser dóciles a tu voluntad, a confiar plenamente en ti y a aceptar tus designios con amor y entrega. En este domingo, queremos pedirte que nos ayudes a seguir su ejemplo y que nos concedas la gracia de ser personas dispuestas a hacer tu voluntad en todo momento.
En este tiempo de Adviento, hemos rezado el Rosario, meditando en cada uno de los misterios que nos recuerdan las diferentes etapas de la vida de Jesús. Nos hemos detenido a contemplar su nacimiento en Belén, la visita de los Reyes Magos, su vida oculta en Nazaret y su predicación en los caminos de Judea y Galilea.
En este domingo, queremos meditar en el misterio de la Anunciación, en la que el Ángel Gabriel le anuncia a María que será la Madre del Salvador. María, llena de gracia, acepta humildemente tu plan divino y se convierte en sierva del Señor. Su fiat, su maravilloso «Hágase en mí según tu palabra», es ejemplo de total confianza y entrega a tu voluntad.
En este domingo de Adviento, queremos pedirte, Señor, que nos concedas la gracia de aceptar también tus planes para nosotros, aunque a veces parezcan difíciles o nos lleven por caminos desconocidos. Ayúdanos a confiar en tu amor y en tu sabiduría, sabiendo que todo lo que permites en nuestra vida es para nuestro bien y para la salvación de nuestras almas.
Señor, en este domingo te pedimos que nos ayudes a vivir la alegría y la esperanza del Adviento, a pesar de las dificultades y preocupaciones que podamos tener. Que la cercanía del nacimiento de tu Hijo sea motivo de gozo y de renovación de nuestra fe.
Te pedimos, además, Señor, que nos concedas la gracia de recibir a tu Hijo en nuestros corazones de manera especial durante esta Navidad. Que su presencia en nuestra vida nos transforme y nos haga más semejantes a Él, más humildes, pacientes y compasivos.
Te pedimos, finalmente, que nos ayudes a ser discípulos misioneros, a llevar la Buena Nueva de tu amor a todos los que nos rodean. Que podamos ser testigos de tu presencia viva en el mundo y que nuestra vida sea un reflejo de tu amor y misericordia.
Amén.