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Divina Oración

Parábola Del Fariseo Y El Publicano

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Entre las parábolas que Jesús utilizó para enseñar al pueblo, se encuentra la parábola del fariseo y el publicano. Una historia que relato a aquellas personas que creían que siempre hacían el bien, estaban seguros de sí mismos y menospreciaban a los demás.

Seguramente ya has escuchado hablar de ella ¡En este post conocerás un poco más! Sobre la Parábola del Fariseo y el publicano. Así que, sigue leyendo.

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El Fariseo Y El Publicano Parábola De La Biblia

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Se trata de una historia que contó Jesús a quienes lo oyeron en su momento. Hoy en día está presente en la biblia para así mismo confrontarnos, ayudarnos a reconocer nuestros errores y enseñarnos a ser personas agradables a Dios.

(Lucas 18:9-149 A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: 10 Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. 11 El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; 12 ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. 13 Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. 14 Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.

¿Qué Vemos En Esta Historia?

Jesús nos presenta en la historia a dos personas con pensamientos, actitudes y corazones diferentes. Un fariseo y un publicano que se acercan hablar con Dios de manera muy distintas.

El Fariseo Se Vanagloria Y No Acepta Ser Pecador:

El fariseo agradece a Dios juzgando al mismo tiempo el comportamiento de los otros hombres. Se consideraba bueno y justo ante Dios comparándose con los demás, se creía mejor persona por sus buenas obras.

No expresó ni aceptó ser pecador, no sentía que necesitaba perdón y mucho menos un cambio, se creía perfecto y por lo tanto no necesitaba la misericordia de Dios. Este hombre no era cualquier pagano, era miembro de la iglesia del pueblo escogido por Dios. Pero aun así no obtuvo la bendición divina, volvió a su casa desprovista de ella.

A pesar de realizar buenas obras, Dios no lo consideró una persona justa y digna de su perdón, ya que todo lo hacía de manera egoísta solo con interés propio y no aceptaba que estaba contaminado por el pecado.

El Publicano Se Presenta Con Un Corazón Humillado Ante Dios:

El publicano, por el contrario, no se comparó en ningún momento con una persona mejor o peor a él. Simplemente se analizó así mismo de acuerdo a la ley de Dios, aceptó ser pecador e imploró compasión al Señor.

Aunque el publicano era un cobrador de impuestos, su arrepentimiento, sinceridad y humildad le otorgaron el perdón. Él no podía alzar la vista al cielo, se golpeaba el pecho de arrepentimiento, reconoció sinceramente ser pecador y pidió perdón por ello.

Su actitud y expresión ante el Señor mostraba la necesidad que tenía de ser perdonado y Dios tuvo misericordia de él, por lo tanto, se fue a su casa aprobado por Dios.

¿Qué Enseñanza Nos Deja La Parábola Del Fariseo Y El Publicano?

Vivir bajo las leyes de Dios es fundamental para alcanzar su presencia y su gloria, como buenos hijos debemos conocer su palabra y obrar de acuerdo a ella. No solo con un buen comportamiento para no ser juzgados por las normas humanas, sino más bien con un corazón puro, sincero, lleno de amor y de la presencia de Dios.

Que-Ensenanza-Nos-Deja-La-Parabola-Del-Fariseo-Y-El-Publicano

La parábola del Fariseo y el Publicano. Nos enseña como seres humanos no somos perfectos, cometemos errores por sí mismos y en muchas ocasiones caemos en las tentaciones que satanás nos coloca en el camino. Pero nuestro Dios es un Dios misericordioso que conoce nuestros pensamientos y corazones.

Primeramente, debemos conocer nuestra verdadera condición como lo hizo el publicano, de esta manera sentiremos la necesidad de la misericordia de Dios. De lo contrario el Espíritu no podrá obrar en nosotros, pues en su palabra no los confirma cuando dice:

(Lucas 5:31-32)Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento”

Ten cuidado con esa manera de ser del fariseo que no agrada a Dios, no es correcto juzgar a nuestros hermanos y menos para enaltecerse como personas ante Dios. No quebrantes sus leyes con una actitud arrogante y de menosprecio, ya que las buenas obras no nos salvan, pero nuestras malas obras si nos condenan.